La manta

Soy la manta que siempre te guarece
refugio de tempranas frustraciones,
cómplice de precoces tentaciones
y el abrigo del frío que entumece.

La misma que de llanto se humedece
en momentos de cruentas aflicciones
cuando quedan sin flores los balcones
y el alma acongojada desfallece.

Tutora de la infancia a la vejez,
confesora de tantas despedidas,
que se abraza a tu blanca palidez

en las horas oscuras y temidas,
con tibia sensación de placidez
para sanar en sueños tus heridas.

Creciendo

Con paso desganado y mortecino
fue dejando las cosas de su infancia,
sabiendo que no había mas instancia
que darle un nuevo rumbo a su camino .

Enterró sus juguetes bajo un pino
dejando en el lugar como constancia,
el aroma sutil de la fragancia
del seno maternal de donde vino.

A la vida salió a ponerle el pecho
sufriendo cada tanto alguna herida
que deja al corazón algo deshecho,

pero crecer... es cosa de por vida,
y aunque a veces se siente algo maltrecho
como el toro, ¡acomete en la corrida!

Recuerdos

Escarbando recuerdos se encontraba
en una noche fría y de aguacero,
desfilaron a paso de murguero
memorias, que apenitas recordaba.

Vio su vida que pronta se alejaba
como viejo vagón de tren carguero,
sobre rieles pretéritos de acero
que pleno de recuerdos se mezclaba,

con la noche de insomnio irreducible
y las caras diluidas del pasado…
y esa voz que se ha vuelto inconfundible

entre todas las voces que ha escuchado
este hombre, cazador de la inasible,
sensación de sentirse enamorado.

¿Que sera?

¿Que será de mi el día que no sea?
cuando el cielo y la tierra sean nada,
y dejen de habitar en la mirada
los recuerdos que trae la marea.

Cuando solo humo quede de la tea
que entibió con constancia enamorada,
las horas de una vida que se horada
en un frío cobijo de madera.

¿Adonde viajarán nuestros amores?
escoltados por tantas sensaciones
entre pésames, lágrimas y flores

y esas tibias y amadas emociones:
risas, llantos, placeres y fervores.
¿Se mueren al morir los corazones?

Ultima arenga

A punta de penares cargo el día
y esperanzas empujo hacia la noche
sofocando a la pena en un reproche
que proclama de lleno el alma mía.

Enredando en mis ojos la alegría
dando fuerza a la luz de la esperanza,
y enfrentando en silencio esta matanza
vencedora de mi última utopía.

Pero si no detiene su castigo
y en mi duelo agiganta su existencia,
no seré yo quien caiga y se detenga

para ser de su triunfo fiel testigo,
y con férrea y cerrada resistencia
¡a mis huesos daré su última arenga!

Memorias de un nafragio

Su infortunio hace siglos que fermenta,
formado de penares y utopía
y una bolsa de sueños tan vacía
que no queda ilusión que lo desmienta.

Ya todo es tan brutal como tormenta
que flagela su vida en travesía
con rumbo hacia la incierta lejanía
donde se erige altiva su irredenta

desdicha, que se vuelve indescriptible
y quema como el fuego de una hoguera,
los vestigios de paz de este risible

buscador de una esquiva primavera,
naufragada en el mar de lo imposible
donde la pena brama y reverbera.

Compañero

Desde el sur, donde crecen los glaciares
y la montaña hereda tu estatura,
el sol se desmorona en desventura
por sentirse agobiado de penares,

por saber que son muchos los pesares
y que es mucho el dolor y la amargura
en medio de esta noche tan oscura
y el llanto de los miles de millares.

Compañero: ¡Te fuiste tan temprano!
cubierto por la gloria y la grandeza
y por sentirte cerca como hermano,

no me cabe un minuto en la cabeza
el pensarme alejado de tu mano
y de tu vida, ahora hecha proeza.

Murió uno de los mas grandes de la Argentina y Latinoamérica

Murió uno de los más grandes argentinos.

Cuando Dios y mi tristeza me lo permitan

volveré a publicar.

¡Gracias Nestor!

 Fuiste el retorno de un sueño que ya creiamos perdido,

y el conquistador de nuestras utopías,

fuiste el reparador de nuestra dignidad

y el atífice de la recuperación de la alegría.

Te abrazo y te llevo en el alma,

¡Cueste lo que cueste y caiga quien caiga, venceremos !

Miles de banderas se levantaran con tu nombre

y lo llevaran a la victoria y pongo mi vida al servicio

de tan noble y popular causa

y como dice un adagio indio:

" Un hombre vive,
mientras vive el último hombre que lo recuerda"

y ni nosotros , ni las generaciones venideras

te olvidaran, Néstor

...y cuando se escriba la historia,

no tendrá más remedio que declarar,

que este hombre que pareció morir
un 27 de Octubre de 2010,

aún sigue vivo.

¡Hasta la victoria siempre, compañero!

La anciana y la araña

Este soneto está escrito sobre un situación verídica, tal como me
comentó una amiga con la que compartimos apellido.

Estaba por matarla, pobre araña,
cuando sentí lo sola que yo estaba,
que al insecto que ávida le hablaba
también le dirigía yo mi saña,

y aunque a veces la he visto medio huraña
mis noches solitarias las velaba
atenta, pues de pronto despertaba
por el reuma o una súbita migraña.

Hoy somos como dos viejas amigas,
ella sale a la hora que la espero
y allí le digo: "escucha las fatigas

que esta anciana conserva en su tintero,
y espero que jamás me contradigas
que estoy vieja, y enojos ya no quiero".

Ultima carta

Una carta tan solo te ha dejado
y un dolor que no cesa ni se quita,
letal como aguda estalactita
que atraviesa tu pecho a cada lado

Diste todo , sin nada te has quedado
hasta el ultimo beso que te habita,
sin sentir que en su boca se ejercita
el delirio que deja el ser amado.

¡Te has quedado tan sola frente al mar!
Divagan tus recuerdos por la noche
donde tu corazón, seco de amar,

no atina a proferir ningún reproche
a su mínima hombría para honrar,
el amor que le diste en un derroche.

El tiempo

El tiempo escurridizo se ha fugado
con prisa de caballo galopante,
que mira solamente hacia adelante
dejándole sus huellas al pasado,

es viento que se cruza desbocado
trayendo en su maleta de viajante,
una cínica risa y el desplante
de quien sabe su triunfo asegurado,

erosiona el recuerdo y la figura
en raudo y silencioso torbellino,
y bebe en cada sorbo la frescura

del los últimos tramos del camino
que con fría y certera mordedura
se devora este diente del destino.

A Miguel Hernandez

Rostro de papa dócil y morena
según Neruda dijo de tu cara.
Hortelano incansable donde hallara
el alma del poeta su condena.

Por ser republicano es que resuena
el cobarde clarín que te declara
culpable, sin que nadie te juzgara
a morir en la cárcel donde truena

el verso ensangrentado de dolor
que corre hacia la punta de tu pluma,
sin perder el más íntimo color

ni el brillo de la mar cuando se espuma,
muriendo esperanzado en que tu amor
con cebollas a tu hijo lo perfuma.

Buscando un destino

Ha cambiado su piel con cada duda
sintiendo que mil vidas ha vivido,
fluctuando entre una risa y un aullido
cuál péndulo oscilante que reanuda

su ciclo interminable de tozuda
espada, que golpea y deja herido
al cuerpo, que sintiéndose vencido
saca fuerzas de su alma que lo escuda

y lo arropa a la vera del camino,
que recorre buscando como hallar
el sendero que lleva a su destino,

aunque mil pieles tenga que mudar
este eterno y cansado peregrino,
que camina y se busca sin cesar.

La Roca

Ha empujado por siglos a su roca
sin lograr, ni moverla ni rodarla
pero nunca ha dejado de empujarla
aunque sangre le salga de la boca.

A veces con su fe ya en bancarrota
ha sentido el placer que da olvidarla
creyendo que también al inculparla
sería menos dura su derrota.

Ahora, con el tiempo ha comprendido
que la piedra es su vida, su ladera
y que en horas de sombra y abatido

la roca ha sido firme compañera
y a pesar de su cuerpo dolorido
pujará hasta el final esta quimera.

Los zapatos

Con tu suela gastada y abatida
estampé con mil huellas el camino,
sintiendo en cada paso que el destino
me devolvía al punto de partida.

Reducido a tu estampa malherida
y tu aspecto mal visto de gorrino,
no perdiste tu tinte jacobino
que dio calce a los actos de mi vida.

A pesar de tu mímica afectiva
se aproxima el final de esta novela,
la caminata ha sido ya excesiva

y aunque sienta que dejarte hoy me duela
no queda ya ninguna disyuntiva,
ni lugar para taco y media suela.

El humo del recuerdo

El humo del café y el cigarrillo
se elevan al conjuro de la historia,
que ronda desde siempre la memoria
enredada hasta el alma del ovillo,
clavada como punta de cuchillo
e interina como ave migratoria.

Se aturde atravesado por la euforia
de un tiempo de pasión que le dio brillo
a su vida, que se hunde en la abstinencia
de una historia perenne y duradera,
que enjuague de sus ojos la dolencia
y extermine las llamas de la hoguera,
donde se quema el luto de la ausencia
de quien fuese su amante compañera.

Un tango con la muerte

Un tango voy bailando con la muerte
de ineludible y cruenta partitura,
pero bailo sujeto a su cintura
aunque sepa que echada está la suerte.

Al compás de los años se hará fuerte
aumentando el valor de su estatura,
envolviendo este tango en desmesura
hasta que al fin, sin cuerpo me despierte.

Bailemos como dos viejos amigos,
¡si morimos ya el día que nacemos!
bajo la tierra hay miles de testigos,
que silenciosos, miran lo que hacemos.

Olvídate que fuimos enemigos
y tal vez… al final, ¡nos abracemos!

Las hormigas

Con tenaces costumbres espartanas
marchan con su bizarra gallardía,
en veloz y febril algarabía
tejiendo con su paso filigranas.

Con su pesada carga van ufanas
liberadas de toda cobardía,
sin jamás una muestra de apatía
que atribule el tesón de sus hermanas.

Su estandarte de empeño y voluntad
demuestra que la unión hace la fuerza,
sirviendo a su graciosa majestad
aunque el cuerpo cargado se retuerza,
y aún en la mayor adversidad
su energía invencible se refuerza.

La silla

Depuesta por el hombre que la usaba
solo es ruina de paja y de madera,
su pasado esplendor en el que fuera,
el sostén donde el cuerpo descansaba.

El tiempo cruel que todo lo socava
le propinó su puñalada artera,
poniendola más cerca de la hoguera
que del glúteo que en ella reposaba.

No le queda a esta silla escapatoria,
venció la credencial por sus servicios
de forma contumaz y perentoria,

volviendose insalvables los suplicios
que acaben finalmente con su historia,
y sus años de fieles beneficios.

No me basta

No me basta sentirte en la memoria,
necesito tu carne con tus huesos,
tu ternura, tus manos y tus besos
¡que tu imagen no sea transitoria!

Sentir de nuevo, aquella roja euforia,
que dejaban tus labios sin recesos
en mis labios, resecos y posesos,
sedientos de tu boca y de victoria.

No me basta saber que tu eres mía,
exijo constatarlo a cada hora,
al sentir que se vuelve lejanía

tu imagen que se escapa o que me ignora,
y saber que no es pura fantasía
este amor que me arrasa y me devora.

Fragilidad humana

¿Cuantas veces la muerte te ha rozado?
sin dejarte constancia de su paso,
y a otros, sin previo aviso y de un plumazo
la vida de un tirón le ha arrebatado.

¿Qué azarosa decisión lo determina?
que alguien sobreviva tantos años
recorriendo todo tipo de caminos
y que otro, que ni siquiera ha caminado,
se vaya, sin apenas dar un paso.

¿Que eso no tiene ninguna explicación?
si, eso ya lo entiendo y me lo han dicho
¡pero que carajo! , ¡ no lo acepto!
no me cabe en la cabeza esa injusticia.

¿Es que no te has sentido alguna vez
como el vuelo ligero de una pluma,
sin que mediase oposición alguna
a esa sensación de ingravidez?

¡Malditos los necios que exterminan!
a seres inocentes, con sus planes
y sus sueños , sin jodienda para nadie,
y de pronto…cuando menos se lo esperan,
¡ les cae una filosa guillotina !
de un don nadie que vaga por las calles
y por monedas los sentencia y asesina.

¡La madre que se muere al dar a luz!
¿Es que existe muerte más inmerecida?
¿Habrá en este mundo peor herida
que cargar con el peso de esa cruz?

¡Que frágil y pequeño el ser humano!
que camina decidido por las calles
sin pensar un segundo en tal detalle,
y tan seguro de llegar en su camino
a ponerse en los zapatos de su anciano.

Un instante , un ligero parpadeo,
¡y al carajo se fue toda nuestra vida!
los amores, el recuerdo y lo creado,
el presente, el futuro y lo pasado

y por más dinero que se haya acaparado,
terminamos con la misma mordedura ,
y ya entonces…¡ somos todos tan iguales!
que de nada sirve y para nada vale
exhibir una grandiosa sepultura.

El rayo

Envuelto entre la duda y la sombría
hora, en el silencio se aventura,
sin manos que liberen la pavura
que al flaco corazón con saña hundía.

Salió a buscar el rayo que lo hería
provisto de valor en desmesura,
pues la vida te azuza con premura
cuando siente ganada la porfía.

Ese rayo no amaina, ni se abate
lo enceguece a la luz de sus rigores,
sin un faro que alumbre su rescate

del mar en donde habitan los dolores,
este hombre se rebela ante su embate
erguido en el umbral de sus temores.

Andar de morena

Vagan tus tenues pasos por la arena
y compite la espuma con tu risa,
tus ojos coma lanza de Artemisa
abate de mis ojos toda pena,

y ese andar caribeño de morena
que se entrega solícita y sumisa,
olvidada del tiempo y toda prisa,
que a mis manos su cintura encandena

Mis brazos te retienen en mi pecho
y enredado en tu pelo ensortijado,
con mis labios ardientes al acecho

de tu boca y de un beso que ha viajado,
a estrellarse en mi boca satisfecho
por sentir mi latido desbocado.

Abrazado a su arbol

Se dobla con la carga de su yugo

bajo el árbol gentil que lo acompaña.

Silenciosa palpita en su pestaña

el fruto de la pena que hecha jugo,

al sentir como hachazo de verdugo

a la muerte que exhibe su guadaña,

que roza levemente y hasta araña

al roto corazón hecho mendrugo.

La tierra de su llanto se alimenta

bajo el árbol que acuña sus penares.

Ayuno de ilusión que lo desmienta

y expósito de risas y cantares,

abrazado a su árbol se contenta

sintiendo que se alivian sus pesares.

El engaño

Sabía que tenías tu secreto
a pesar de las serias negaciones,
pensé que me engañabas con varones
jamás supuse verme en este aprieto.

No es cosa de volverse recoleto
ni escuchar una misa o mil sermones,
quisiera que me expliques ¿que propones?
¡presiento que esperabas un terceto!

Este juego de tres no me parece
acorde con mi nombre y buena fama,
pues siento que no alienta ni obedece
a mi prosapia : ¡creo que la infama!

…aunque lo que mi espíritu padece:
¡es saber que me engaña la mucama!

Desencuentros

Estás aunque no estés,

te vas sin haberte ido,

y si a veces he querido
retenerte en mi egoismo
ha sido mi cinismo
de poeta malherido,
que intentó con unos versos
comprar tu permanencia
a evocarte en el olvido.