Como pluma que el viento balancea
mis dos manos navegan por tus dones,
sin permiso siquiera de admisiones
con tu cuerpo mi cuerpo coquetea.
Cuando tu pecho siento que aletea
siento fuegos en todos mis rincones,
y colmado por tantas bendiciones
mi boca por tu cuerpo merodea.
Acometo con ritmo fulgurante
y me reparto en rítmicos jirones,
convirtiendo la hora en un instante
para darle sonrisa a tu talante
y un mantillo de frescos algodones,
donde duermas el sueño del amante.