
el aguijón que acomete a tu encanto
el inútil latir de tu quebranto
y el desvelo de noches de inocencia
La llama que te encendió esa apariencia
de amante de fuego y que por tanto
quema mis labios con su íntimo encanto
y con tu dulce infalible insistencia
Soy la carne y el vino que sosiegan
el urgente llamado de tu mesa
bajo el fulgor de tus ojos que ciegan
y el clamor de tus brazos que me apresa
bajo la tibia falda que me enreda
entre piernas extintas de sorpresa
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