El engaño

Sabía que tenías tu secreto
a pesar de las serias negaciones,
pensé que me engañabas con varones
jamás supuse verme en este aprieto.

No es cosa de volverse recoleto
ni escuchar una misa o mil sermones,
quisiera que me expliques ¿que propones?
¡presiento que esperabas un terceto!

Este juego de tres no me parece
acorde con mi nombre y buena fama,
pues siento que no alienta ni obedece
a mi prosapia : ¡creo que la infama!

…aunque lo que mi espíritu padece:
¡es saber que me engaña la mucama!

Desencuentros

Estás aunque no estés,

te vas sin haberte ido,

y si a veces he querido
retenerte en mi egoismo
ha sido mi cinismo
de poeta malherido,
que intentó con unos versos
comprar tu permanencia
a evocarte en el olvido.

El espantapájaros

Paja es mi carne, ramas son mis venas
y un corazón reseco y orejano
por un sino que pasa tan en vano,
que no sabe siquiera de las penas.

Los lirios, las abejas y azucenas
derogaron en tiempo ya lejano,
mi cargo de gendarme de hortelano
y protector del trigo y las avenas,

porque las aves son mi compañía
y en su vuelo navega mi confianza,
de conocer la inmensa algarabía

de ver desde los cielos la labranza,
liberado de toda la apatía
de esta vida sin vuelos ni esperanza.

Coro de sirenas

Ha navegado el mar y la tormenta
ha cruzado. Zeus le grabó en un hueso
su estirpe de guerrero hasta el exceso
y un sueño que a sus días alimenta.

Al mar embravecido, audaz enfrenta,
como atlante colérico y poseso,
negándole el oído al embeleso
de un coro de sirenas que lo tienta,
que tratan vanamente hasta el hastío
de apresarlo por siempre en su morada.

Sabiendose en las redes de lo umbrío
evita que sucumba naufragada,
la vela que conduce a su navío
al cobijo tejido por su amada.