La alegría se fue sin más
demanda.
Solo queda una eterna
sacudida
y una mano que tiembla de
por vida
con el ritmo que impone una
zaranda.
Una pierna se asocia en la
parranda
sin que nada ni nadie se lo
impida
simbreante, contumaz y
contraida
le da marco a esta negra
zarabanda
Es mi cuerpo un caballo
desbocado
de galope tenso y bamboleante
que no quiere ni acepta ser
domado
sabiendo que lo espera por
delante
un futuro que tiene ya
tatuado
desde el dia en que vivir
se hizo agobiante